martes, 29 de marzo de 2011

Extraterrestres

En la cultura popular y en la ufología, se denomina extraterrestre a todo ser vivo originario de algún sitio del Cosmos ajeno a la Tierra o a su atmósfera. Aunque la palabra extraterrestre se emplea para todo aquello que es ajeno a la Tierra, la mayor parte de las personas sólo la tiene en cuenta al referirse a los seres provenientes del espacio exterior. Por lo general, la vida extraterrestre inteligente se asocia al fenómeno ovni.



Existen suficientes evidencias de que desde tiempos inmemorables la tierra ha recibido la visita de seres de otros planetas. Algunos investigadores han llegado a la conclusión de que detrás de los mitos y leyendas de dioses, demonios y apariciones se encuentra el fenómeno OVNI y que los dioses del pasado son los visitantes extraterrestres de hoy en día.




Actualmente se conceptualiza el fenómeno extraterrestre usando diferentes perspectivas:


Como un fenómeno del que no se tiene evidencia, pero se puede obtener de manera rigurosa usando el método científico (astrobiología y la «ufología procientífica»).


Como un hecho que se acepta como real y del que simplemente se debe acumular evidencia para convencer a todos los no creyentes (ufología «popular» o «comercial», llamada «ufología acientífica»).


Como un fenómeno paranormal dentro del ocultismo (teoría menos aceptada por la ciencia ortodoxa y la mayoría de la ufológica, ya que carece de objetividad científica).


Los enfoques de la ufología acientífica y salidos del ocultismo son tan variados, como variadas son las opiniones de los que proponen las teorías. Sobra decir que dichos enfoques no gozan de ninguna aceptación científica, y solamente la astrobiología y la ufología procientífica se acercan a la noción de ciencia, sin llegar a ser aceptadas por completo.


En el contexto de la astrobiología, existen esfuerzos de investigación para intentar demostrar la presencia de vida en el cosmos, por ejemplo el llamado proyecto SETI, dedicado a rastrear el espacio con radiotelescopios, a la espera de captar alguna señal no natural o mensaje proveniente de seres inteligentes.



Según los escépticos, a pesar de que mucha gente afirme haberlos conocido o, incluso, ser uno de ellos, no existe en la actualidad ninguna prueba fiable que confirme la existencia de vida extraterrestre. Sostienen que la mayoría de las pruebas aportadas son supuestos testimonios de avistamientos o abducciones, o fotografías que no representan por sí mismas evidencia irrefutable. Sin Embargo, quizá se hayan encontrado pruebas de la existencia de antiguos hombres con estas características en la aparición de una serie de inexplicables cráneos no humanos. De acuerdo con las descripciones encontradas en los relatos antiguos, así como en los recientes, podríamos clasificar a los seres extraterrestres en Humanoides y no Humanoides.



Los extraterrestres no humanoides son todas aquellas figuras no humanas que han sido calificadas como monstruos y demonios a lo largo de la historia. De acuerdo con sus características y como resultado de la observación, los definen como reptiles o como insectos de tamaño sobrenatural.


Entre los más famosos seres no humanoides nos encontramos con el Chupacabras y con el Mothman (Hombre polilla). En ambos casos los observadores lo presentan como un ser de entre 1.50 y 2.00 metros, color oscuro, piel escamosa o con púas y ojos rojos y brillantes. Tanto en el caso del mothman como en el del chupacabras, los testigos aseguran que tiene poderes mentales y que es capaz de anular la voluntad humana, además de una fuerza sobrenatural y una agilidad de movimientos increíble.


Todas estas coincidencias nos llevan a pensar que se trata del mismo ser pero visto bajo perspectivas diferentes. Este es el grupo más numeroso de seres extraterrestres y aquí encontramos como única característica común el hecho de que sean seres con una apariencia parecida a la del hombre se encuentra los humanoides.


Existen dos subgrupos que se corresponden, por un lado a los seres que pertenecen a la misma especie que nosotros (humanos), y por otro lado a seres que aunque caminen erguidos y dispongan de una estructura similar a la nuestra, no son humanos y cualquiera se puede dar cuenta de ello aquí nos encontramos con los clásicos extraterrestres de Roswell entre otros, los grises, etc.


Los de tipo Humano son hombres como nosotros, genéticamente iguales, pero venidos de otros mundos. Las diferencias que podemos encontrar es que se encuentran más evolucionados. Tradicionalmente se les ha representado con una larga cabellera rubia y vistiendo túnicas blancas, pero hay contactados que aseguran que algunos utilizan uniformes ceñidos al cuerpo.


La tradición considera que estos seres provienen de las Pléyadas. Dentro del grupo de seres extraterrestres no humanos, nos encontramos con unos seres con forma humanoide pero que estructuralmente no se parecen en nada a los hombres. Concretamente tenemos los siguientes grupos: Los Grises: son los clásicos extraterrestres que se suelen representar en todas las fotografías: 1,50 metros de estatura, gran cabeza, ojos enormes, boca y nariz pequeñas y un color de piel gris verdoso. Los grises son una de las formas de vida extraterrestre de aspecto similar a los humanos.


Los Grises, son la forma más frecuentemente referida en los casos de abducción extraterrestre y en la cultura popular. Esta tipología describe a alienígenas humanoides de aproximadamente de 90 a 150 cm de altura; piel de color gris, de ahí la denominación hecha por los ufólogos, con cabezas grandes, brazos y piernas delgados, ojos negros grandes y ovalados, y de los que se presume son altamente inteligentes, en incluso capaces de utilizar habilidades psíquicas. Algunos científicos creen que sería perfectamente posible que existan personas con estas características físicas: la piel gris y los oscuros y enormes ojos negros indicarían que el planeta natal de estos seres sería irradiado por una radiación solar muy débil (a la falta de luz, los ojos deben agrandarse, y la pigmentación de la piel se habría atrofiado) Por otro lado, el cuerpo pequeño y la enorme cabeza indicaría la evolución intelectual de éstos seres (al incrementarse la capacidad de discernimiento y la habilidad tecnológica, el cerebro se habría agrandado, y al no depender de la fuerza bruta para sobrevivir, los músculos y toda la contextura física se habría encogido).



Según las descripciones de quienes dicen haber estado en contacto con ellos, estos individuos no expresarían ningún tipo de emoción o sentimiento, lo cual es una característica que suele atribuirse al estereotipo de que a causa de sus grandes cerebros superdesarrollados su intelecto sería su mas latente rasgo psicológico dominante y eso habría eliminado cualquier rastro de instinto o emoción humana. Este tipo de seres se hizo mundialmente famoso como consecuencia del Caso Roswell. Un pequeño pueblo norteamericano donde en el año 1947 se estrelló un OVNI del que sacaron varios cadáveres de alienígenas e incluso se recuperó alguno de ellos con vida. Rápidamente fueron trasladados los restos del OVNI y los extraterrestres a una base secreta donde se les estudiaría. Todo era un perfecto secreto de Estado hasta que uno de los trabajadores de la base publicó documentación de las autopsias que se le practicaron.


Entre la documentación se encontraban informes, videos y fotos que fueron publicados y posteriormente desmentidos por el ejército norteamericano. Entre la información secreta que se publicó sobre los estudios practicados a los alienígenas encontrados en Roswell se encuentra un dato a menudo pasado por alto pero que consideramos de vital importancia: el grupo inicial que iba a practicar las autopsias estaba formado por forenses, pero al abrir los cuerpos se encontraron con que la estructura del cuerpo se parecía más a un vegetal que a un animal, por lo que tuvieron que encargar a un biólogo vegetal que dirigiese las operaciones.


La conclusión a la que llegaron fue que se trataba de un organismo que conseguía la energía básica para sobrevivir por medio de la ingestión de alimentos (como los humanos) y de forma alternativa por la captación de energía solar (como los vegetales). Su piel estaba formada por clorofila, de ahí su particular color verdoso. También se apunta en la información obtenida del extraterrestre que sobrevivió al accidente, que este provenía de la constelación de Orión (Lugar indicado por expertos astrónomos como el más probable para que comenzase la vida en el universo, ya que han detectado grandes cantidades de carbono necesario para la aparición de la vida) Todo lo anteriormente descrito nos recuerda a Osiris, divinidad egipcia del ultramundo y, sorprendentemente, de los vegetales. A Osiris siempre se le representa de color verdoso y con una gran cabeza.

Es también importante que a Osiris se le identificase con la constelación de Orión, lo que nos hacen pensar que, efectivamente, extraterrestres del tipo Gris convivieron con los habitantes del antiguo Egipto y fueron considerados como deidades.


Desde el punto de vista esotérico, se ha relacionado frecuentemente a seres de este tipo con los discípulos de Arimhan, demonio cuyo fin último es inculcar el materialismo en los hombres y hacer que nos olvidemos que existe una realidad intangible de la que también somos parte.


Un ordenador de un milímetro cúbico

Un prototipo de sensor consume sólo unos pocos nanovatios y podría usarse para tomar lecturas de glucosa en los ojos.



Diminuto sensor: Este sensor inalámbrico de presión podría llegar a ser implantado en el ojo de pacientes con glaucoma. Fuente: Gyouho Kim





Un nuevo sensor de ordenador inalámbrico de apenas un milímetro cúbico de tamaño podría, en última instancia, ser implantado en los ojos de personas con glaucoma, para así tomar lecturas de presión las 24 horas del día y transmitir los datos a los médicos.


El nuevo dispositivo contiene un procesador, memoria, un sensor de presión, una célula solar, una batería de litio de película fina, y un transmisor dentro de un pequeño rectángulo de vidrio. Los investigadores de la Universidad de Michigan informaron acerca del dispositivo a principios de esta semana en la Internacional Solid-State Circuits Conference de San Francisco.

El sensor toma lecturas de presión cada 15 minutos y las almacena en la memoria hasta que se puedan cargar en un dispositivo externo. La célula solar, que mide sólo 0,07 milímetros cuadrados, constantemente recarga la batería; necesita 1,5 horas de luz solar o 10 horas de luz interior para cargarla por completo.

Dennis Sylvester, ingeniero eléctrico en la Universidad de Michigan, afirma que el verdadero problema a la hora de reducir el dispositivo no fue el tamaño de los circuitos, sino la pequeña cantidad de energía que su batería es capaz de proporcionar. Así que cada componente fue diseñado para utilizar tan poca energía como fuera posible.

De hecho, afirma David Blaauw, ingeniero eléctrico de la Universidad de Michigan y coautor del trabajo, la reducción de los requisitos de energía supuso hacer que los circuitos fueran más grandes de lo que tenían que ser. Unos circuitos más pequeños hubieran filtrado más corriente, lo que requeriría una batería más grande y que todo el paquete fuera más grande. Así que los circuitos se realizaron mediante un proceso de diez años de antigüedad, con el que se consiguen tamaños de 180 nanómetros, en lugar del estándar moderno de 32 nanómetros.

Mientras tanto, las células de memoria tuvieron que ser rediseñadas para funcionar a tan sólo unos 400 milivoltios en lugar del voltio habitual. Los investigadores también utilizaron transistores especiales para bloquear la energía, capaces de cortar casi por completo la corriente cuando el dispositivo está dormido.

El resultado es un sensor que consume sólo 5,3 nanovatios de promedio. Sin embargo el ahorro de energía tiene un precio. El procesador funciona sólo a 100 kilohercios (en comparación con alrededor de 1 gigahercio en un teléfono inteligente), la memoria tiene una capacidad de tan sólo 4.000 bits, y el transmisor inalámbrico tiene un alcance de sólo unos 10 centímetros. Sin embargo, es suficiente para tomar una lectura de la presión y almacenarla durante varios días.

En un documento distinto de la Universidad de Michigan, el ingeniero eléctrico David D. Wentzloff informó acerca de una radio avanzada en miniatura que podría extender el alcance de transmisión de los pequeños sensores, lo que les permitiría trabajar en red.

Las radios normalmente utilizan un cristal de cuarzo o algún otro oscilador para servir como referencia a la hora de ajustar la frecuencia de radio. Sin embargo, el oscilador añade volumen, lo que hace que sea difícil reducir la radio a tamaño milimétrico. La radio de Wentzloff, sin embargo, se aprovecha del hecho de que cada antena tiene una frecuencia de resonancia natural que varía en función de sus dimensiones. Wentzloff creó un circuito que mide esta frecuencia de resonancia y la utiliza para sintonizar la frecuencia de radio. En última instancia, afirma, las radios pequeñas podrían tener un rango de uno a 10 metros, permitiendo que las redes de sensores se comunicaran entre sí.

Los sensores de diminuto tamaño se podrían utilizar para la vigilancia biomédica, como por ejemplo el seguimiento de los progresos de los tumores. También podrían ser usados para vigilar el medio ambiente frente a contaminantes, o para proporcionar vigilancia en aplicaciones militares o de seguridad.